BLOG _ ROB

Cuando otros te hacen pagar sus errores: una mirada desde la psicología

¿Alguna vez sentiste que estabas cargando con un peso que no te pertenece? Puede pasar en la familia, en el trabajo o incluso en una relación: alguien comete un error y, de repente, eres tú quien termina lidiando con las consecuencias. Aunque parezca “normal” en la vida cotidiana, esta experiencia deja huellas.

No solo es injusta, también puede afectar tu salud emocional de maneras que, a veces, ni notas en el momento. Los casos más comunes del día a día son aquellos en los que algunas personas actúan con maldad, difaman a otras, creando historias que no son reales o distorsionan los hechos para hacerse ver como las víctimas. ¿Cuántas historias crueles hemos escuchado de personas que, aparentemente, son vistas como “buenas” en su círculo social, pero resultan crueles con otras?

¿Por qué acabamos cargando culpas ajenas? Asumir responsabilidades que no son nuestras no surge de la nada; tiene raíces en cómo funcionamos psicológica y socialmente. Algunas de las más comunes son: Proyección de emociones: hay personas que, para no enfrentar su propia culpa, la descargan en otros.

Un compañero de trabajo que te culpa por su error no busca la verdad, sino sentirse un poco más ligero. Roles familiares rígidos: en algunas familias se asigna inconscientemente el papel de “culpable oficial”. Si alguna vez fuiste el “chivo expiatorio”, sabes lo duro que resulta cargar con problemas que no son tuyos. Exceso de empatía: ponerse en el lugar del otro es valioso, pero cuando lo haces a costa de ti mismo, terminas confundiendo compasión con sacrificio.

Exposición constante al error ajeno: quienes cuidan, acompañan o trabajan en entornos de alta presión suelen absorber el impacto emocional de los errores de otros, como si fueran propios.

Lo que esto genera en tu salud mental

Vivir así no es gratis: poco a poco mina tu bienestar. Entre los efectos más comunes están: Sentir ansiedad porque siempre estás “apagando incendios” que no provocaste. Perder confianza en ti mismo, como si nunca fueras suficiente. Acumular resentimiento, ya sea contra los demás o contigo por no poner límites. Agotarte emocionalmente hasta el punto de no tener energía para ti.

Una pausa para reflexionar, piensa en un momento en que sentiste que pagabas por algo que no era tuyo. ¿Qué emociones te despertó? Reconocer esa carga es el primer paso para empezar a soltarla.

Cómo empezar a liberarte

La buena noticia es que no tienes que vivir cargando culpas ajenas. Hay caminos para proteger tu bienestar: Aprende a poner límites: decir “no” no es egoísmo, es cuidado propio. La práctica de la asertividad ayuda a romper patrones de sobrecarga.

Sé amable contigo mismo: trata tu dolor con la misma ternura con la que consolarías a un amigo. La autocompasión es un antídoto poderoso contra la culpa injusta.

Reescribe tu historia: en lugar de verte como quien siempre arregla lo que otros rompen, empieza a reconocerte como alguien fuerte, capaz y con derecho a priorizarse.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *