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Desafíos en una Sociedad Excluyente

Constantemente escuchamos que los seres humanos fueron hechos para vivir en sociedad, pero pocas veces abordamos el verdadero desafío de vivir en una sociedad donde el prejuicio, el odio y la injusticia predominan, especialmente para quienes luchan por ser aceptados. Las personas con diversidad funcional, los gitanos, las personas negras, las trabajadoras sexuales, entre otros, enfrentan enormes barreras para ser reconocidas como iguales. Esta no es solo una cuestión europea, sino global, pues muchas personas, independientemente de su cultura, son descartadas si no cumplen con el mismo estándar de vida que otros.

Para algunos, vivir en sociedad se convierte en una lucha constante cuando no se les considera iguales. Esta batalla se agrava por sistemas estructurales y culturales que perpetúan la desigualdad y la exclusión. Las barreras que enfrentan no son solo físicas, sino también psicológicas y emocionales; la discriminación y el rechazo pueden deteriorar la autoestima y la esperanza.

La desigualdad no se limita a casos de xenofobia. Incluso dentro de un mismo país, puedes experimentar injusticia debido al privilegio que algunos obtienen y que a ti se te niega. La mayoría de las personas que luchan por existir son aquellas que sufren bajo la desigualdad social, sin voz, vistas como inferiores por su color de piel, origen étnico, género, orientación sexual o condición socioeconómica.

"En esta sociedad, algunos enfrentan una lucha constante cuando no son vistos como iguales."

La falta de representación en espacios de poder y toma de decisiones perpetúa un ciclo de opresión. Cuando las voces de los marginados no se escuchan ni se consideran, las políticas y prácticas siguen beneficiando a los privilegiados y excluyendo a los demás. Esto crea una sociedad profundamente desigual, donde justicia e igualdad son ideales lejanos para muchos.

Podemos observar casos en Venezuela, África y otros países donde muchas personas apenas existen debido a la imposibilidad de reivindicar sus derechos. Niñas en India, que son entregadas en matrimonio a hombres mayores o en África, donde a las mujeres se les mutilan.

Entonces, surge una pregunta crucial: ¿realmente todos estamos hechos para socializar, o solo algunos? La socialización debería ser un derecho universal, pero cuando se decide quién debe o no socializar, el problema se agrava. Imaginen un niño o niña que sufre acoso escolar al punto de quitarse la vida por no sentir que pertenece a su entorno.

En cada país del mundo existe una forma de opresión: algunas personas son oprimidas y luchan constantemente por integrarse socialmente, mientras que otras, lamentablemente, han perdido ese derecho y sufren esclavitud y maltrato.

Esta carta está dirigida a todas las personas que sufren de depresión, ansiedad y pánico, que luchan constantemente por ser aceptadas en esta sociedad y muchas veces son marginadas; a las personas gordas, a las mujeres negras que enfrentan prejuicios sobre su belleza, a quienes tienen síndrome de Down y a todos los que no encajan en los estándares de la sociedad. No solo culpo a la sociedad, sino también a aquellos que podrían cambiar este estigma, pero eligen burlarse de los demás para sentirse importantes.