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El miedo patológico de no ser amado

 

EL miedo a la soledad

 

 

Infelizmente a veces asociamos obediencia con afecto, el afecto es una de las necesidades que tenemos como seres humanos, la mayoría de las personas que tienen este miedo es porque en la infancia no han tenido la atención, cariño y protección de los padres. Los niños que han tenido la atención debida desarrollaran una vida sana y eficaz, mientras que otros tendrán una personalidad estructurada de acuerdo a que los otros esperan que sean.

Hay casos que este miedo puede ser por una bajo autoestima, otros una necesidad de suplir el cariño que no a recibo de los padres, por eso hay muchas parejas conflictivas, porque tienen a mantener la función de padre/madre hasta mismo de hijo. Cuando haces el papel de padre la relación si torna demasiada sobrepasada, ya que empiezas a decir lo que debe y no debes hacer, lo que debería haber hecho, evitando así que la persona asuma su autonomía.

Las personas que han sufrido abuso en la infancia, en la fase adulta tienen esta necesidad de sentirse protegidas, buscan a alguien que les proteja, su inconsciente les hace creer que aún son niños indefensos, cuando en verdad ya son adultos capaces de defenderse.

Las personas con miedo a no ser amadas tienen una tendencia a infravalorarse, son inseguras, sensibles, tienen una visión poco realista de lo que es el mundo, agrada siempre a los demás en exceso, asumiendo un rol sumiso.  Incluso puede llegar a  evitar el contacto con los demás y aislarse socialmente por miedo al rechazo.

Ojalá supiéramos  amar sin expectativas, sin pretensiones, sin esperar ser correspondidos. Sin embargo, somos  humanos, con  carencias y necesidades.

 

Para trabajar el miedo lo primero que tienes que hacer es comprender que vives en una sociedad en que infelizmente algún día te tocará ser rechazado o rechazar, cuando dejas de crear expectativas e idealizar las personas, todo fluye mucho mejor, deje de interpretar el papel catastrófico.

@todos los derechos reservados: Robson Marins, escritor, bloguero, pensador, estudiante de educación social, amante de la literatura.