aliados o enemigos
Todos tenemos demonios internos. Son esos aspectos de nosotros mismos que nos avergüenzan, nos hacen sentir inseguros o nos impiden alcanzar nuestros objetivos. Pueden ser nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestros traumas o nuestras heridas.
Durante mucho tiempo, se ha visto a los demonios internos como enemigos que hay que derrotar. Sin embargo, la realidad es que no son tan simples. Son partes de nosotros mismos que, aunque pueden ser dolorosas, también tienen algo que enseñarnos.
Los demonios internos como aliados
Cuando aprendemos a abrazar nuestros demonios internos, dejamos de verlos como enemigos y comenzamos a verlos como aliados. Esto nos permite integrarlos en nuestra personalidad, lo que nos hace personas más completas y equilibradas.
Por ejemplo, si tenemos miedo a hablar en público, podemos aprender a convertirlo en una fuerza positiva. Podemos usar nuestro miedo como motivación para prepararnos bien para nuestras presentaciones, o podemos usarlo para conectarnos con nuestro público a un nivel más profundo.
Cómo abrazar los demonios internos
Abrazar nuestros demonios internos no es una tarea fácil. Requiere de mucha valentía y honestidad. Sin embargo, es un proceso que puede ser muy gratificante.
Aquí hay algunos consejos para abrazar nuestros demonios internos:
- Reconoce que existen. El primer paso es reconocer que tenemos demonios internos. No podemos abrazarlos si no los conocemos.
- Aceptalos como parte de ti. Una vez que hayas reconocido tus demonios internos, es importante aceptarlos como parte de ti. No intentes cambiarlos o negarlos.
- Encuentra el lado positivo. Cada demonio interno tiene un lado positivo. Busca el lado positivo de tus demonios internos y concéntrate en él.
- Pide ayuda. Si te resulta difícil abrazar tus demonios internos, no tengas miedo de pedir ayuda a un terapeuta.