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Transformando el dolor en poder

Liberándose de la autolesión y creando un futuro positivo

Cuando era adolescente, experimentaba un intenso dolor emocional que me llevaba a cometer actos imprudentes, como tomar una cantidad excesiva de medicamentos, lo que a veces resultaba en tener que ir al hospital para un lavado de estómago. Durante años, intenté autodestruirme lentamente, pero el peso emocional que cargaba era el mayor de todos los sentimientos, superando cualquier dolor físico en ese momento.

Durante toda mi vida, llevé en mí la creencia de que lo que me pasaba era espiritual y, confieso que, por venir de un país muy religioso, descartaba cualquier indicio de problema mental. La mayoría de nosotros sabemos que aceptar un diagnóstico de algún trastorno mental es algo que transmite desprecio y vergüenza, ya que este estigma provoca que quien sufre sea discriminado y tratado de forma diferente. Empecé a autolesionarme cuando aún estaba casado, ya que mi exmarido, un español, cada vez que descubría que me estaba engañando, intentaba manipularme diciendo que todo era cosa de mi cabeza.

Claro, yo era un joven de unos 28 años, brasileño recién llegado de Holanda, no sabía hablar español, y él creía que tampoco comprendería las cosas que estaba escribiendo a los chicos. Aún me acuerdo de que teníamos un despacho donde estaban los ordenadores y en esa época usábamos el tan famoso Messenger (si te acuerdas es porque estás quedando viejo, ja, ja, )En ese momento veo que mi expareja habla con un chico: «Tengo pareja y aún no sé por qué no le he puesto los cuernos.»

 La relación estaba llena de mentiras, ya que él siempre lo negaba, pero yo descubría las llamadas y correos electrónicos que enviaba a otros, hasta que un día decidimos hacer terapia de pareja. La misma terapeuta ya me visitaba y antes le había mostrado una de las cartas que mi exmarido había enviado a un cierto chico que, según él, era solo un amigo. La terapeuta le preguntó por qué no tendríamos entonces una relación abierta y mi ex dijo que no, pero ella le dijo que, si no quería una relación abierta, ¿por qué me hacía esto? Me sentí vacío, ya que él, cuando descubría que yo me enteraba de que me estaba engañando, intentaba comprarme. Yo, en cambio, rompía sus regalos, porque no quería nada material.

Cada vez que él confundía mi cabeza, yo me autolesionaba, ya que había un dolor inmenso dentro de mí, y muchas veces me autolesionaba porque pensaba que, entre hacerle daño a él, yo prefería hacérmelo a mí mismo. Cuando nos divorciamos, él seguía manipulándome, empezó a controlar mi cuenta bancaria, seguía controlando mi vida, y yo lo permitía porque creía que regresaría. La maldita codependencia estaba destrozando mi vida. Si me preguntas cuantas veces intenté autodestruirme, te confieso que no sé contar, pero con el tiempo el mismo dolor que intentaba destrozarme y destruirme iba perdiendo su intensidad, cada vez dolía menos, cada vez las malas experiencias me hacían más fuerte.

El chico que antes intentaba mutilarse por cualquier engaño ahora empezó a ser más fuerte. Te confieso que no fue fácil, no sé cuántas veces fui humillado, se burlaban de mí, incluso por ser negro, pero cada vez que intentaban desclasificarme o separarme, forjaban en mí una fortaleza, yo me reconstruía, no en arrogancia, pero sí en plenitud. Comprendo a cada persona que intenta autolesionarse para intentar aliviar el dolor emocional, pero te confieso que existe una salida. Tú puedes y yo lo conseguí. El dolor emocional que antes me desquiciaba ya no existe. Soy emocional, pero ya no existe aquel descontrol como antes. Si me preguntas cómo lo logré, te confieso que fue por supervivencia. Cuando pedí ayuda, lo único que encontré fue rechazo, incluso en el propio centro de salud mental, donde yo debería haber encontrado apoyo psicológico. Te lo confieso, no lo encontré.

Cada vez que iba a una visita salía peor, ya que era juzgado, pero eso no me hizo ser víctima porque conseguí por mí mismo. Yo podría haberme rendido, pero sigo aquí para joder a los que desean verme parar. No eres especial y yo tampoco soy especial, pero si estás en esta vida, ¡aprovecha, disfruta, no te rindas! 

Permítete ser parte de este espectáculo que se llama vida.

Biografía del Autor

Robson Marins De Abreu es un apasionado de la psicología y la filosofía, cuyos conocimientos abarcan diversas áreas, incluyendo la psicoanálisis, la educación especial, la psicología existencial, la educación infantil y el análisis del comportamiento aplicado (ABA). Con una sólida formación académica y una amplia experiencia en el campo, Marins se destaca como escritor, bloguero, pensador y podcaster comprometido con el bienestar y el desarrollo de las personas con discapacidad. Su enfoque reflexivo y compasivo brinda una perspectiva única y esclarecedora sobre el viaje psicológico de quienes enfrentan desafíos únicos en la vida.