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¿Y si el problema no fueras tú?

La pregunta que puede transformarlo todo

¿Y si el entorno en el que te desenvuelves es lo que realmente te está afectando? Cuántas veces te has sentido culpable por las acciones de los demás. Aquellas personas con comportamientos perjudiciales están tan arraigadas en sus patrones negativos que constantemente buscan culpar a otros, no solo por sus propios fracasos, sino también para aliviar su propia carga emocional, asignando a ellos responsabilidades que no les corresponden.

Quizás el problema reside en haber vivido toda tu vida auto inculpándote, permitiendo que seas el villano de una historia distorsionada. La aceptación constante de la culpa puede generar baja autoestima, pérdida de identidad, ansiedad y depresión. Es crucial comprender el contexto de la culpabilidad.

El contexto de la culpabilidad

Las experiencias tempranas de culpa, especialmente durante la infancia, pueden sentar las bases para cómo percibimos y manejamos la culpabilidad en el futuro. Si crecimos en un entorno donde se nos hizo sentir culpables de manera constante, es probable que internalicemos esta emoción y la apliquemos de manera desproporcionada en situaciones diversas a lo largo de nuestra vida.

Además, nuestras relaciones interpersonales desempeñan un papel crucial en cómo experimentamos la culpa. La dinámica familiar, las amistades y las relaciones románticas pueden influir en cómo nos responsabilizamos de nuestros propios errores y de los errores de los demás. Por ejemplo, si estamos en una relación donde constantemente se nos culpa por las acciones de nuestro compañero, es probable que internalicemos esa responsabilidad injusta.

Las expectativas sociales también influyen en nuestra experiencia de culpa. La sociedad a menudo nos bombardea con mensajes sobre lo que está bien y lo que está mal, y estas normas culturales pueden tener un gran impacto en nuestra percepción de la culpa. Sentimos culpa cuando creemos que hemos transgredido estas normas sociales, incluso si nuestras acciones no causaron ningún daño real.

¿Estás listo para dejar de ser tu peor enemigo?

Hace mucho tiempo leí un libro de una de la autora que más me gusta, Alice Miller. Según ella, si soy mi propio enemigo, la única persona que sale perdiendo soy yo. Constantemente escucho varias falacias relacionadas con la idea de que somos nuestros propios enemigos, cuando en realidad no es así Lo que puede suceder es que a menudo somos esclavos de pensamientos intrusivos causados ​​por malas experiencias, y comenzamos a creer que el problema no lo tiene el otro, sino «yo mismo».

Antes que nada, quiero compartir un ejemplo de algo que me sucedió no hace mucho tiempo. Conocí a una mujer que parecía muy agradable, pero tenía un gran problema: siempre hablaba mal de los demás. Llevaba años hablando mal de su propio cuñado y, cuando trajo a su sobrina para vivir con ella, la sobrina, que ya no soportaba el comportamiento de su tía, comenzó a contarnos todo lo que la tía decía de los demás. No comprendía cómo la gente podía ser amiga de ella porque era muy falsa.

La misma señora que hablaba mal de su propio marido, para no sentirse culpable, comenzó a hablar mal de mí, tratando de convencer a los demás de que yo estaba en un cierto grupo que hablaba mal de su marido.

Sin embargo, sus propias amigas sabían la verdad y trataron de convencerla de que la dijera la verdad, pero ella creía que lo más fácil era culparme a mí. Esta experiencia me hizo reflexionar sobre lo que pasa constantemente con algunas personas: para llevarse bien con los demás, empiezan a asumir responsabilidades que no les corresponden. Para dejar de ser tu propio enemigo tienes que empezar a poner límites. No importa cómo te miren, debes tener conciencia de que este tipo de personas no cambian y siempre buscan culpabilizar a los demás.

Biografía del Autor

Formación Académica

  • Grado en Educación Social (UOC – Universidad Oberta de Catalunya)
  • Licenciatura en Filosofía (Faculdade Única)
  • Licenciatura en Educación Especial (Faculdade Única)
  • Tecnólogo en Marketing (Faculdade Única)