BLOG _ ROB

Poniendo límites y dejando fuera a los manipuladores

Hace tiempo comprendí que mi paz mental vale más que cualquier vínculo que me robe energía. No fue sencillo romper lazos ni cerrar puertas, porque aceptar que algunas personas de mi entorno no buscaban mi bienestar, sino manipularme para satisfacer sus propios intereses, fue un golpe duro. Al principio lo justificaba, lo ignoraba o incluso me culpaba, pero con el tiempo aprendí a reconocer las señales.

El verdadero problema era que, aun siendo consciente, mi necesidad de aprobación y de ser aceptado me llevaba a permitir humillaciones, difamaciones y hasta a pedir perdón por culpas que no me correspondían.

Sonreí mientras me ridiculizaban, mientras descalificaban cada cosa que hacía y utilizaban mi pasado como un arma para herirme. Lo más doloroso era que, si me atrevía a defenderme, inmediatamente me colocaban la etiqueta de “la mala persona”.

Llegaron a decir frases como: “cuidado con Robi, porque es un boca chancla”, como si mi destino fuera aceptar la humillación en silencio, como si mi voz no tuviera derecho a existir.

Con el tiempo descubrí que cerrar puertas no es un acto de egoísmo, sino de amor propio. Aprender a poner límites me devolvió el aire, la ligereza y la tranquilidad de vivir sin sentirme siempre a la defensiva. No se trata de odiar a nadie, sino de cuidar el espacio más sagrado que poseo: mi mente y mi corazón.

Hoy me repito algo que también quiero regalarte a ti: no todo el mundo merece acceso a tu vida. Decir “no”, marcar distancia y priorizar el propio bienestar es una de las decisiones más valientes y, al mismo tiempo, más sanadoras que podemos tomar.

1 comentario en “Cerrando puertas”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *