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El Dolor Emocional

El daño autoinfligido, también conocido como autolesión, es un comportamiento complejo que a menudo se utiliza como una forma de expresar y afrontar el dolor emocional intenso. Aunque puede parecer desconcertante, las personas que se autolesionan no buscan acabar con su vida, sino más bien encontrar una manera de lidiar con emociones abrumadoras como la tristeza, la ira, la ansiedad o la culpa.

Yo lo sentí en primera persona y es horrible. Me tardó años en poder gestionarlo, y solo, ya que cada vez que buscaba ayuda terapéutica era incomprendido. Para algunos, lo que estaba pasando no era para tanto. El dolor emocional te destroza los huesos, te nubla la mente, te hace creer constantemente que no vale la pena vivir. Me acuerdo de cuántas veces tuve que hacer lavado estomacal por ingesta de medicamentos. No quería morir, pero deseaba que este sufrimiento cesara.

Me acordaba de los constantes maltratos sufridos, de los abusos sexuales, de una infancia en que, gracias a mi abuela, pude ser quien soy, porque mi propia madre nos había dejado. Y que, según ella, tuvo el coraje de decir que un cura le había dicho en aquella época que ella lo hizo bien al irse de casa, por causa de los maltratos que sufría de mi padre, maltratos que después tocó a mí y a mi hermano.

Cuando creces con este dolor emocional, percibes que necesitas defenderte, ya que empiezas a atraer personas con malas intenciones, que no tienen piedad alguna de utilizar el sufrimiento que has tenido en tu contra. Antes creía que dañar mi cuerpo era la solución.

Las constantes mentiras que tienes que escuchar y no poder defenderte, por el hecho de que para los demás, cuando tienes un diagnóstico de salud mental, que en mi caso está relacionado con mis emociones, yo siempre era el problema.

Y esto era algo fácil para los manipuladores. Ellos podían hacer lo que les daba la gana y después mentir. Tuve que manejar el dolor emocional sin hacer daño a mi cuerpo. Y si me preguntas cómo lo hice, lo hice por voluntad y amor propio, porque percibí que, en momentos de angustia y dolor, era yo por mí mismo.

Soy amante de la psicología, pero ya tuve mucha decepción con psicólogos y psiquiatras por el simple problema con la etiqueta. Cuando te ponen una etiqueta, te ven como el problema, ya no eres un ser humano, sino un diagnóstico, y al que te diga una cosa, la realidad es otra.

Cuando me liberé del dolor emocional fue como librarme de un peso que llevaba encima de mí. Los viejos recuerdos dejaron de acompañarme. Claro que aún hay cosas que sigo trabajando, y una de ellas es el sentimiento de injusticia.

Si has conseguido leerme hasta aquí, créeme, existen personas peores de las que te hacen creer que eres, así como me han hecho creer a mí. La verdad es que así es el trauma: te deforma al principio. Me acuerdo de que la necesidad de ayudar a los demás, junto con la pena, me hacía esclavo tanto del trauma, ya que volvía a los mismos recuerdos y no avanzaba, porque primero yo buscaba sanar a otros que a mí.

Cuando permití ver de manera neutra las acusaciones de los demás, y lo peor era que eran siempre acusaciones falsas y de personas que al principio había ayudado, pero por no seguir sus manipulaciones era fácil ponerme como el malo de la película.

Prometí a mí mismo que jamás volveré a destruir mi cuerpo por culpa de nadie. Y quizás te esté pasando lo mismo que me ha pasado a mí: te estás ahogando por intentar salvar a otros, y en este intento, cuando no cumples las reglas de los demás, ellos buscan una manera de difamar tu imagen, como si tú fueras el problema.

Si quieres realmente sanar el dolor emocional, despréndete de todo lo que te esclaviza, y una de ellas es dejar de explicar. Quizás esta parte que intentas tanto demostrar, que han difamado de ti, no te servirá de nada. Las personas ya poseen una idea preconcebida cuando alguien no les cae bien, y deja de pensar que todo tiene que ver contigo. Libérate.

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