
¿Sabes lo que es el mutismo selectivo? Este trastorno aparece cuando una persona, generalmente un niño o niña, puede hablar con normalidad en algunos contextos, pero, en otros, la ansiedad la bloquea completamente. Hay pequeños que en casa se muestran alegres y comunicativos, pero cruzan la puerta del colegio y el silencio se apodera de ellos, como si una barrera invisible les impidiera expresarse. No es timidez ni capricho, sino una reacción involuntaria que arrastra un gran sufrimiento interno y, muchas veces, incomprensión por parte de quienes les rodean.
El mutismo selectivo impacta profundamente en la vida social, escolar y emocional de quienes lo padecen. Afecta su rendimiento académico y dificulta la creación de amistades, alimentando sentimientos de baja autoestima e incluso aislamiento, tanto en la infancia como en la adolescencia y, en algunos casos, en la adultez. Imagínate no poder participar en clase, pedir ayuda, ni responder a una simple pregunta, pese a tener mucha necesidad de hacerlo.
Así que ya sabes, cuando veas a un niño/a que no habla en clase, puede ser que sufra de ansiedad, y no es porque, como algunos creen, sea “raro” simplemente tienen dificultad en relacionarse y pedir ayuda.

El camino hacia la recuperación es lento, pero posible.
Requiere empatía, estrategias adaptadas y mucha paciencia. El trabajo conjunto entre familias, docentes y profesionales de la salud mental marca una gran diferencia; detectarlo a tiempo, informarse y actuar con comprensión pueden transformar la vida de estos niños poco a poco. Recuerdo la emoción al presenciar los primeros avances: cuando por fin logran expresar una palabra en un contexto que antes les generaba miedo, esos logros son verdaderos triunfos, muestras de que la voz puede recuperar su espacio en el mundo.
Hablar de mutismo selectivo es invitar a mirar más allá del silencio: es entender que hay una historia de valentía y de lucha contra la ansiedad, y que, con la ayuda adecuada, todos merecen la oportunidad de ser escuchados en cualquier lugar.