¿Ella se cree mejor o es uno quien se siente menos?

A veces, uno se siente molesto por la manera en que el otro es. No dijo nada ofensivo. No miró de forma extraña. Solo fue auténtico, seguro de sí mismo, tranquilo. Y de repente, aparece el juicio: “Se cree mejor que todo el mundo”.
Pero… ¿será realmente así? ¿O será que uno se siente más pequeño al lado de alguien que parece tan resuelto, tan luminoso?
Hay personas que incomodan solo con su presencia. No porque hagan algo mal, sino porque despiertan nuestras propias inseguridades. Frente a ellas, uno empieza a compararse sin querer y, muchas veces, no gusta de lo que ve en el espejo interior. Entonces aparecen las etiquetas: “arrogante”, “presumida”, “necesita ser más humilde”. Pero, si somos honestos, lo que muchas veces se desea es que esa persona oculte un poco su luz, para que uno no se sienta tan opacado.
Y ahí está el verdadero conflicto: cada vez que se desvaloriza a alguien por brillar, se refuerza la idea equivocada de que la luz ajena es una amenaza. Cuando en realidad, no lo es.
El brillo de otro no apaga el nuestro. Pero si molesta tanto, tal vez sea una señal de que hay heridas internas que aún no han sido sanadas. Porque uno solo señala en el otro lo que no ha aprendido a aceptar en sí mismo.
Antes de decir que alguien se cree más que todos, vale la pena hacerse una pregunta con sinceridad: ¿esa persona se cree más… o soy yo quien se siente menos? A veces, el problema no está en lo que el otro muestra, sino en cuánto uno mismo se esconde.
¿Te has sentido alguna vez así?
Te invito a compartir tu experiencia o tu reflexión en los comentarios. Este espacio también es tuyo, y hablar de lo que sentimos puede ser el primer paso para sanar. ¿Nos leemos?